lunes, 27 de octubre de 2014

Los nacimientos de Miguel Mármol, por Eduardo Galeano. Primera parte



_Miguel Mármol es una de las tantas personas que cobran vida en la trilogía del escritor Uruguayo Eduardo Galeano, Memoria del fuego. Revolucionario y fundador del Partido Comunista de El salvador, podemos ver su interesante historia de vida en las páginas del tercer volumen de Memoria del fuego, El siglo del viento.
Dice el escritor uruguayo en la contratapa de su libro: América Latina no solamente ha sufrido el despojo del oro y de la plata, del caucho y del cobre y del petróleo. También le han expropiado la memoria para que no sepa de dónde viene y no pueda averiguar adónde va.
Memoria del fuego es una tentativa de rescate de la historia viva de las Américas en todas sus dimensiones, olores, sabores, colores, dolores.
El primer volumen de la serie comienza en la etapa precolombina y se extiende hasta el siglo XVII. El segundo comprende los siglos XVIII y XIX. El tercero abarca las turbulencias del siglo XX, narradas a través de las pequeñas historias de cada día como quien mira el universo por el ojo de la cerradura.
Ahora veamos como narra Eduardo Galeano a través de las páginas del tercer volumen la rica historia de Miguel Mármol.
1905, Ilopango, Miguel a la semana.
La señorita Santos Mármol, preñada a la mala se niega a dar el nombre del autor de su deshonra.
La madre Doña Tomasa, viuda de hombre pobre pero blanco, sospecha lo peor.
Cuando el niño nace, la señorita Santos lo trae en brazos: _Este es tu nieto mamá.
Doña Tomasa pega un chillido de espanto al ver al recién nacido, araña azul, indio trompudo, tan feito que da más cólera que lastima, y le cierra la puerta en las narices. Ante el portazo la señorita Santos cae redonda al suelo. Bajo su desmayada madre, el recién nacido parece muerto. Pero cuando los vecinos se la sacan de encima, el aplastadito pega un tremendo berrido.
Y así ocurre el segundo nacimiento de Miguel Mármol, casi al principio de su edad.
1918, Ilopango, Miguel a los trece.
Llegó al cuartel de Ilopango empujado por el hambre. En el cuartel a cambio de comida, Miguel empezó haciendo mandados y lustrando botas de tenientes.
Al cabo de un año de vida cuartelera, el pobre muchachito no da más. Después de tanto aguantar oficiales borrachos que lo garrotean porque sí, Miguel se escapa. Y esta noche, la noche de su fuga, estalla el terremoto en Ilopango, Miguel lo escucha de lejos.
Esa noche el terremoto desploma el cuartel, ya sin Miguel, hasta la última piedra, y todos los oficiales y todos los soldados mueren machacados por el derrumbe.
Y así ocurre el tercer nacimiento de Miguel Mármol, a los trece años de su edad.
1930, Ilopango, Miguel a los veinticinco.
La crisis también revuelca por los suelos el precio del café.
En plena crisis nace el Partido Comunista de El Salvador. Miguel es uno de los fundadores. Maestro artesano en el oficio de zapatería, Miguel trabaja salteado. La policía le anda pisando los talones. El agita el ambiente, recluta gente, se esconde y huye.
Una mañana Miguel se acerca, disfrazado, a su casa. La ve sin vigilancia. Escucha llorar a su hijo y entra. Miguel se pone a cambiarle los pañales cuando en eso alza la mirada y por la ventana descubre que los agentes están rodeando la casa. Pega un salto de gato y consigue deslizarse por un agujero entre las tejas rotosas, mientras suenan los primeros tiros.
Y así ocurre el cuarto nacimiento de Miguel Mármol, a los veinticinco años de su edad.
1932, Soyapango, Miguel a los veintiséis.           
Los llevan en camión, amarrados. Qué suerte –piensa- voy a morir cerca de donde tengo enterrado el ombligo. Van fusilando de a dos. Los faros del camión y la luna hacen luz de sobra.
Después de unas cuantas descargas llega el turno de Miguel y de un vendedor de estampitas. Escucha gritar: ¡Preparen! ¡Apunten! ¡Fuego!. Cuando Miguel despierta, hay un montón de cuerpos goteando sangre encima de el. Escucha el cerrojo de un fusil. Un tiro de gracia. Otro. Otro. Con los ojos nublados de sangre, Miguel espera su bala final, pero en vez de bala final le llegan machetazos.
A patadas los soldados arrojan los cuerpos a la fosa y echan tierra. Cuando el camión se va, Miguel, todo baleado y tajeado, empieza a moverse. Le lleva siglos desprenderse de tanto muerto y tanta tierra. Por fin consigue caminar, a paso ferozmente lento, mas cayéndose que parándose, y muy de a poco se va alejando.
Y así ocurre el quinto nacimiento de Miguel Mármol, a los veintiséis años de su edad.
1932, San Salvador, Miguel a los veintisiete.
De quienes salvaron a Miguel, no ha quedado ni uno vivo: los soldados han acribillado a los camaradas que lo recogieron en una zanja y a quienes consiguieron traerlo hasta esta casa, la casa de su hermana, en Salvador. Ella estaba rezando novenas por su descanso eterno.
El oficio fúnebre continua, Miguel se repone como puede escondido tras el altar armado en su memoria. Yace Miguel al otro lado de la cortina ardiente de fiebre; y así pasa el día de su cumpleaños. Una noche de estás, una patrulla militar se detiene a la puerta: _¿Por quién rezan?
_Por el alma de mi difunto hermano.
Los soldados entran, se asoman al altar, fruncen narices.
La hermana de Miguel estruja el rosario. A Miguel le vienen súbitas ganas de toser. Pero los soldados se persignan: _Que en paz descanse_ dicen, y siguen de largo.
Y así ocurre el sexto nacimiento de Miguel Mármol, a los veintisiete años de su edad.

1934, San Salvador, Miguel a los veintinueve.
Siempre corrido por la policía, Miguel encuentra refugio en casa de la amante del cónsul de España.
Una noche se desata una tempestad, Miguel ve que el río crece y que allá lejos, la correntada está a punto de embestir el rancho donde viven su mujer y sus hijos. Miguel abandona su solido escondite y sale disparado a buscar a los suyos. Pasan la noche todos abrazados, apoyados contra las frágiles paredes.
Al alba, el ranchito está un poco chueco y mojado, pero no volteado. Miguel se despide se su familia y regresa a su refugio. Pero no lo encuentra. De aquella casa de bien plantados pilares, no queda ni un ladrillo de recuerdo. La furia del río ha socavado la barranca, ha arrancado los cimientos y se ha llevado al diablo a la casa, a la amante del cónsul y a la mucama, que han muerto ahogadas.
 Y así ocurre el séptimo nacimiento de Miguel Mármol, a los veintinueve años de su edad.



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