Muchos años después, frente al pelotón
de fusilamiento. El coronel Aureliano Buendía habría de recordad aquella tarde
remota en su padre lo llevó a conocer el hielo.
Así comienza
esta emblemática y mística obra de Gabriel García Márquez, Cien años de
soledad, en esta post veremos la vida del coronel Aureliano Buendía, uno de sus
principales personajes.
Aureliano
Buendía fue el primer ser humano que nació en Macondo, heredo el nombre de su
abuelo paterno, había llorado en el vientre de su madre y nació con los ojos
abiertos. Mientras le cortaban el ombligo movía la cabeza de un lado a otro
reconociendo las cosas del cuarto.
Durante su
niñez fue silencioso y retraído con ciertos dones sobrenaturales y
adivinatorios. Aureliano vivía horas interminables en el laboratorio de
alquimia que había puesto su padre, aprendiendo por pura investigación el arte
de la platería. Por esa época comenzó a crecer y se había estirado tanto, que
en poco tiempo dejó de servirle la ropa abandonada por su hermano y empezó a
usar la de su padre.
La
adolescencia lo había vuelto silencioso y definitivamente solitario pero en
cambio le había restituido la expresión intensa que tuvo en los ojos al nacer.
Estaba tan concentrado en sus experimentos de platería que apenas si abandonaba
el laboratorio para comer.
Preocupado
por su ensimismamiento, su padre le dio llaves de la casa y un poco de dinero pensando
que tal vez le hiciera falta una mujer. Pero Aureliano gastó el dinero en ácido
muriático para preparar agua regia y embelleció las llaves con un baño de oro.
En una
ocasión ávido de novedades se fue a escuchar las noticias cantadas de Francisco
el hombre a la tienda de Catarino. Una matrona anciana postrada en la puerta de
una habitación le dijo_ Entra tú también solo cuesta veinte centavos. Aureliano
echó una moneda en la alcancía que la matrona tenía en las piernas y entró en
el cuarto sin saber para qué. Adentro había una mulata adolescente que estaba
desnuda en una cama, antes de Aureliano, esa noche, sesenta y tres hombres
habían pasado por el cuarto.
Aureliano
luego de ayudarla a escurrir la sabana mojada de transpiración salió del cuarto
sin haber hecho nada, aturdido por el deseo de llorar esa noche no pudo dormir
pensando en la muchacha con una mezcla de deseo y conmiseración, sentía una
necesidad irresistible de amarla y protegerla. Al amanecer tomo la decisión de
casarse con ella para liberarla pero a las diez de la mañana cuando llego a la
tienda de Catarino la muchacha se había ido del pueblo.
El tiempo
aplacó su propósito atolondrado pero agravó su sentimiento de frustración, se
refugió en el trabajo. Se resignó a ser un hombre sin mujer toda la vida para
ocultar la vergüenza de su inutilidad.
Siguiendo
con su vida amorosa, al poco tiempo se enamoro perdidamente de una de las hijas
del corregidor de Macondo que había llegado hace poco tiempo al pueblo, el
inconveniente era que esta hija tenía nueve años, se llamaba Remedios y por esa
época el ya comenzaba a cultivar los bigotes de puntas engomadas, y tenía la
voz un poco estentórea que había de caracterizarlo en la guerra.
La casa se
llenó de amor, Aureliano le expresó en versos que no tenían principio ni fin.
Los escribía en los ásperos pergaminos que le regalaba Melquíades, en las
paredes del baño, en la piel de sus brazos, y en todo aparecía Remedios
transfigurada.
Buscando una
fuga a su sufrimiento llego a la casa del ex amor de su hermano Pilar Ternera,
_Vengo a dormir con usted_ le dijo, esta lo acepto y al ver su sufrimiento le
prometió que iba a hablar con Remedios a su favor. Al tiempo Pilar Ternera
llego con la noticia de que Remedios estaba decidida a casarse.
En cierta
ocasión Aureliano estaba allí, trabajando en orfebrería y Pilar Ternera se apoyó
en la mesa para admirar su paciente laboriosidad_ Bueno_ dijo Aureliano_ Dígame
que es. Pilar Ternera se mordió los labios con una sonrisa triste. _ Que eres
bueno para la guerra_ dijo_ Donde pones el ojo pones el plomo_ Aureliano
descansó con la comprobación del presagio. Volvió a concentrarse en su trabajo,
como si nada hubiera pasado, y su voz adquirió una reposada firmeza. _ Lo
reconozco_ dijo_ Llevará mi nombre.
Aureliano
Buendía y Remedios Moscote se casaron un domingo de marzo tra haber llegado ella
a la pubertad.
Cuando nació
el hijo de Aureliano y Pilar Ternera y fue llevado a la casa y bautizado con el
nombre de Aureliano José, Remedios decidió que fuera considerado como su hijo
mayor. Aureliano por su parte, encontró en ella la justificación que le hacía
falta para vivir. Al poco tiempo muere misteriosamente Remedios, su muerte no
le produjo la conmoción que temía. Fue más bien un sordo sentimiento de rabia
que paulatinamente se disolvió en una frustración solitaria y pasiva, semejante
a la que experimentó en los tiempos en que estaba resignado a vivir sin mujer.
Volvió a hundirse en el trabajo y conservó la costumbre de jugar dominó con su
suegro.
En cuanto a
política Aureliano tenía en esa época nociones muy confusas sobre las
diferencias entre conservadores y liberales, su suegro le daba lecciones
esquemáticas.
Los
liberales, le decía, eran masones; gente de mala índole, partidaria a ahorcar a
los curas, de implantar el matrimonio civil y el divorcio, de reconocer iguales
derechos a los hijos naturales que a los legítimos, y de despedazar al país en
un sistema federal que despojara de poderes a la autoridad suprema. Los
conservadores, en cambio, que habían recibido el poder directamente de Dios,
propugnaban por la estabilidad del orden público y la moral familiar.
Por
sentimientos humanitarios, Aureliano simpatizaba con la actitud liberal
respecto de los derechos de los hijos naturales, pero de todos modos no
entendía cómo se llegaba al extremo de hacer una guerra por cosas que no podían
tocarse con las manos, le pareció una exageración.
Cuando hubo
elecciones en el pueblo Aureliano presencio el fraude que realizo su suegro
representante del partido conservador al quitar un gran número de papeletas a
favor de los liberales. _ Los liberales iran a la guerra_ Le dijo a su suegro _
Si yo fuera liberal iría a la guerra por esto de las papeletas_ Su suegro lo
desestimo. Luego por las agitaciones que sucedían en el país, en Macondo
decomisaron todas las armas incluso los cuchillos de cocina. Cierta noche en
que sus amigos hablaban del incidente de los cuchillos, le preguntaron si era
liberal o conservador, Aureliano no vaciló: _ si hay que ser algo, seria
liberal_ dijo_ por que los conservadores son unos tramposos.
Así comenzó
a ser parte en el liberalismo clandestino, pero se enojo con el referente
principal por sus planes de asesinar a los representantes conservadores _ Usted
no es liberal ni es nada_ Le dijo sin alterarse_ Usted no es más que un matarife,
por eso fue desahuciado como hombre de acción por ser un sentimental sin
porvenir, con un carácter pasivo y una definida vocación solitaria. Trataron de
cercarlo temiendo que denunciara la conspiración Aureliano los tranquilizo: No
diría una palabra, pero la noche en que fueran a asesinar a la familia de su
suegro lo encontrarían a él defendiendo la puerta.
Tiempo
después Úrsula su madre irrumpió trastornada en el taller de platería _
¡Estalló la Guerra!
Entraron sin
ruido antes del amanecer. Con dos piezas de artillería ligera tiradas por
mulas, y establecieron el cuartel en la escuela del pueblo. Se impuso el toque
de queda a las seis de la tarde, se hizo una requisa más drástica que la
anterior, casa por casa y esta vez se llevaron hasta las herramientas de
labranza.
Un domingo,
dos semanas después de la ocupación Aureliano entro a la casa de su amigo
Gerineldo Márquez y con su parsimonia habitual pidió un tazón de café sin
azúcar, cuando los dos quedaron solos en la cocina Aureliano Imprimió a su voz
una autoridad que nunca se le había conocido _ Prepara a los muchachos, dijo,
nos vamos a la guerra_ Gerineldo Márquez no le creyó _ ¿Con qué armas? _ Preguntó. _Con las de ellos_ Contesto
Aureliano. El martes a medianoche, en una operación descabellada, veintiún
hombres al mando de Aureliano Buendía, tomaron por sorpresa la guarnición, se
apoderaron de las armas y fusilaron en el patio al capitán y a cuatro soldados
que habían asesinado a una mujer. Se fueron al amanece, aclamados por la
población liberada del terror, para unirse a las fuerzas del general
revolucionario Victorio Medina. Al sacar a su suegro de su escondite le
garantizo su seguridad y la de su familia. _Esto es un disparate Aurelito _ Exclamo sus suegro. _ Ningún disparate_
Dijo Aureliano _ Es la guerra y no me vuelva a decir Aurelito, que ya soy el
coronel Aureliano Buendía.
Su vida
militar:
El coronel
Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió
todos. Tuvo diecisiete hijos varones de diecisiete mujeres distintas, que
fueron exterminados uno tras otro en una sola noche, antes de que el mayor
cumpliera treinta y cinco años. Escapó a catorce atentados, a setenta y tres
emboscadas y a un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió a una carga de estricnina
en el café que habría bastado para matar a un caballo. Rechazo la Orden del
Mérito que le otorgó el presidente de la república. Llegó a ser comandante
general de las fuerzas revolucionarias, con jurisdicción y mando de una
frontera a la otra, y el hombre más temido por el gobierno, pero nunca permitió
que le tomaran una fotografía. Declinó la pensión vitalicia que le ofrecieron
después de la guerra y vivió hasta la vejez de los pescaditos de oro que
fabricaba en su taller de Macondo. Aunque peleó siempre al frente de sus
hombres, la única herida que recibió se la produjo él mismo después de firmar
la capitulación de Neerlandia que puso término a casi veinte años de guerras
civiles. Se disparó un tiro de pistola en el pecho y el proyectil le salió por
la espalda sin lastimar ningún centro vital. Lo único que quedó de todo eso fue
una calle con su nombre en Macondo sin embargo, según declaró pocos años antes
de morir de viejo, ni siquiera eso esperaba la madrugada en que se fue con sus
veintiún hombres a reunirse con las fuerzas del general Victorio Medina.
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